sábado, 24 de julio de 2010

Saneamiento del Riachuelo

Conocidos políticos porteños, junto con organizaciones ambientalistas que generan conciencia ecológica y nutren con profusa información tendenciosa a las redes sociales, continúan despotricando acerca de las consecuencias que podría tener para el medio ambiente la explotación minera a cielo abierto, mientras conviven con el paisaje de la Cuenca Matanza-Riachuelo, una de las más contaminadas del mundo.

Ningún dirigente preocupado por el futuro de los glaciares levanta la voz en el Parlamento, o en la rutina mediática, por la suerte de más de cuatro millones de personas que habitan una zona donde el 60% de la población carece de cloacas y el 40% no tiene agua potable. Tampoco sobre la polución de las 15.000 industrias contaminantes que arrojan al cauce tóxicos como mercurio y cromo y menos observan los 230 basurales que no tienen ningún tipo de saneamiento.

Ningún gobernante nacional, de la ciudad autónoma, o bonaerense -las tres jurisdicciones de la Cuenca Matanza-Riachuelo- avanzó en las promesas de mejorar el ambiente y frente a esa frustración histórica debió intervenir la Corte Suprema de Justicia, en julio de 2008, a pedido de vecinos afectados. Desde entonces existe una morosidad irritante en el cumplimiento de lo ordenado, de manera que el Alto Tribunal ha debido insistir y amenazar a los responsables con denuncias penales.

Si bien la Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar) presentó un informe destacando que se removieron el 50% de los barcos hundidos y 800.000 metros cúbicos de basura flotante, las ONG que monitorean la orden judicial denunciaron una lentitud exasperante que va más allá de los perjudicados directos, ya que la limpieza de la cuenca debe hacerse a lo largo de 70 kilómetros, con una superficie de 2240 Km.2, donde existen mas de siete millones de habitantes. Es decir, el Riachuelo es sólo una pequeña parte de la gigantesca contaminación que no observan los glaciólogos ni los cineastas ideológicos.

Es tan lenta la tarea de Acumar, que hasta ahora sólo inspeccionó el 29% de las industrias contaminantes y ni una sola inició su reconversión, que es fundamental, ya que los derrames industriales son los que más impactan en la salud de la población. Tampoco se asiste sanitariamente a los habitantes, como los que beben agua de napas contaminadas. Y, sin ir más lejos, el embate antiminero debería mirar el Río de La Plata, origen del agua potable y resumidero de los efluentes porteños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario