lunes, 9 de agosto de 2010

Se puede imaginar al Riachuelo como una nueva costanera

En la Argentina, la cuenca Matanza-Riachuelo es uno de los símbolos más fuertes de la contaminación y del impacto ambiental. Un curso de agua casi negro, maloliente y lleno de chatarra y basura; que atraviesa una de las zonas más densamente pobladas del país. Se estima que en estos 14 municipios del conurbano y de Capital Federal viven más de 3,5 millones de personas.

El Dr. Marcelo García dice que con “decisión y voluntad política” puede darse “un progreso continuo” que le vaya cambiando la cara a este río. “Va a llevar tiempo y es un proceso complejo, pero no es una utopía y se puede imaginar al Riachuelo como una nueva costanera, es decir un espacio verde, con árboles, parques y juegos para los chicos”, asegura.

García nacido en la ciudad de Córdoba y criado en Santa Fe, es ingeniero en Recursos Hídricos y docente de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (UNL), hace más de 20 años que dirige el laboratorio Ven Te Chow en la Universidad de Illinois (Estados Unidos) y está asesorando a la Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar) para construir estaciones de aireación que le devuelvan el oxígeno a las sufridas aguas del Riachuelo.

“Ya diseñamos una estación piloto que se construyó aguas arriba de la villa 21, junto al sifón de la segunda cloaca máxima de la ciudad de Buenos Aires. El resultado es interesante, el agua ingresa con 0 por ciento de oxígeno y sale con 80 ó 100% de valor de saturación”, destaca García. La estación piloto fue construida en uno de los predios de Agua y Saneamientos Argentinos (AySA), la empresa que solventó los estudios realizados por el Dr. García.

Una pileta de aireación genera un efecto parecido al de una pequeña cascada, “es como una especie de lavarropas que hace que el aire penetre en el agua”, aclara el especialista. La idea es sumar el efecto de varias cascadas sucesivas hasta lograr saturar el agua con oxígeno y devolverla al río. La experiencia se “copió” de Chicago, una ciudad que tiene una larga experiencia en sanear sus recursos hídricos. Las estaciones de aireación han sido efectivamente utilizadas para mejorar la calidad del agua en el río Calumet, en el sur de Chicago (ver foto), y también se las valora como una intervención positiva en el paisaje urbano. La gente las llama “cascadas urbanas.”

Aumentar los niveles de oxígeno en el agua es una condición indispensable para que los peces y las plantas acuáticas puedan vivir. García recuerda que el mecanismo más importante que un río tiene para “autodepurarse” es la aireación que ocurre en la superficie del agua. Cuando más rápido fluye el agua, mayor es la tasa de aireación a través de la superficie y el río logra satisfacer la demanda de oxígeno en la columna de agua y en los lodos que se encuentran en el lecho.

Pero para que el Riachuelo comience a recuperarse también es fundamental dejar de agredir la cuenca. Allí, hay más de 10.000 empresas que deben trabajar para mejorar la calidad de sus efluentes, hay miles de conexiones cloacales clandestinas y hay problemas educativos en buena parte de la población —en cuanto a la gestión de los residuos— que los llevan a tratar al río como si fuera un tacho de basura.

“En el Riachuelo es indispensable trabajar a nivel de cuenca, esto implica manejar la basura en forma diferente, construir plantas de tratamiento de efluentes industriales y trabajar para ampliar el servicio de cloacas y agua potable, entre muchas medidas, la meta es generar las condiciones para que el río se pueda recuperar”, sostiene García. Éstos son algunos de los ejes del plan integral de saneamiento de la cuenca que ya se comenzó a implementar y que además es monitoreado por la Justicia, involucrada en el tema a partir de la denominada causa Mendoza iniciada en 2004.
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